jueves, 21 de marzo de 2013

John Constantine y yo

Hijo de un padre... ¿alcohólico, golpeador o ambos? y una madre que lo quiso abortar (mientras su hermano gemelo nonato intentó ahorcarlo con el cordón umbilical), es comprensible entonces que Jonh Constantine sea considerado por muchos como un hijo de la chingada y más. Ya no sólo desde el vientre, sino desde generaciones y maldiciones de sangre atrás, John estuvo marcado para vivir como un paria; pero también como un salvador. Mago, chamán, brujo, demonio, curandero, asesino, embaucador, raboverde, y demás milagros lleva colgados en su sucia, rancia y apestosa gabardina color caqui. Vaya usted a saber qué fue o es realmente John Constatine… lo cierto es que lo voy a extrañar. Digo que lo voy a extrañar, porque desde hace más de dos décadas lo conozco, y desde hace 20 años precisamente leí sus crónicas en HELLBLAZER, cómic que ahora ha sido cancelado, para trasladar a John a otras tierras que parecen muy limpias para él . Con él recorrí todas las calles de Londres, oscuros lugares de toda Gran Bretaña, y hasta tuve una inolvidable y desquiciante estadía en un presidio estadounidense sin olvidar, por supuesto, las batallas en Louisiana al lado de Swamp Thing, y de ahí a otras dimensiones y al mismo Infierno.

Precisamente, a John Constantine lo conocí una tarde de 1990 o 1991 en las páginas de una edición española de Saga of the Swamp Thing. Sus bocanadas de humo y su rasposa ironía me resultaron pesadas; pero después entendí que sus virtudes eran mayores que mi incapacidad para surtir con gente pesada. Emulo físico de Sting, John salió de las páginas de Saga para coronarse con su propio cómic mensual a partir de 1987. Durante casi 26 años, John se hizo acompañar de varios de los mejores cronistas del arte secuencial: Delano, Gaiman, Morrison, Ennis, Campbell, Jenkins, Azzarello, Ellis, Carey, Digle, Milligan; y sus retratistas siempre estuvieron a la vanguardia: Ridway, Alcala, Buckingham, Mckean, Lloyd, Pugh, Simpson, Dillon, Phillips, Manco, Leon, Bermejo, Zezelj, Bond, Corben, Frusin, Camuncoli, Murphy. John, efectivamente, fue concebido con ángel… o demonio, si se le quiere ver así. Alan Moore (Dios entre nosotros) lo concibió, y los artistas y comparsas Steve Bissette, Rick Veitch y John Totleben lo moldearon. No pudo haber sido mejor.

Durante ese tiempo, John peleó con todas las legiones y grados de demonios, ángeles, hechiceros y males encarnados. Venció al mismo cáncer con una transfusión de sangre demoniaca, y hasta encarnó en un bar londinense, según el mismo Moore declaró en alguna ocasión. Durante todos esos encuentros hubo más de un muerto, muchos de ellos muy cercanos a él, pero la humanidad y la vida misma logró permanecer.

Aunque enfrentado a lo más negativo y poderoso de la Tierra y el Inframundo, John siempre se mostró incólume durante tres décadas. Esta semana perdió finalmente la batalla, y de Vertigo -el subsello alternativo y contestatario de DC Comics- pasó al Universo DC en un nuevo título, CONSTANTINE, en el que ni fumar en la portada se le ha permitido… Vivimos tiempos aciagos.

Prendamos una veladora por el bien de John… y el nuestro. En algún momento deberá regresar a la oscuridad, y entonces, estaremos mejor.