lunes, 3 de octubre de 2011

The Brides of Mr. X and other stories

The Brides of Mister X and Other Stories, por Jeffrey Morgan, e ilustrada por Shane Oakley y D’Israeli.
Dark Horse
50 dólares

Los años 80, sin duda fueron una época especial. En el ámbito del cómic, fue cuando surgieron voces importantísimas y trascendentales del cómic de autor e independiente, que afectaron inclusive hasta el mainstream. Alan Moore, Frank Miller, Howard Chaykin, los hermanos Hernández, cambiaron la forma de leer y hacer cómics. Otro autor importante en este ámbito, aunque por alguna razón su trascendencia no ha sido tan publicitada, es Dean Motter, quien con Mister X creó otro parangón de aquella década y el cual, sobre todo, quedó enclavado en las influencias de muchos autores.

Mister X es el arquitecto de Radiant City, literal y figurativamente. A partir de una escuela de arquitectura que bautiza como Psychetecture, Mister X diseña una ciudad cuyos edificios afectan psicológicamente a sus habitantes llevándolos a crear y protagonizar caos en formas caprichosas. El Infierno en el que Radiant City poco a poco se va transformando no era el objetivo de su creador quien, entonces, ingiera la droga insomnalin que lo mantiene despierto las 24 horas del día, en un enloquecido intento por rescatar la ciudad que él construyó y condenó a la vez.

Esta magnífica obra fue construida en su primer movimiento (de cuatro números) por Motter, con diseños de Paul Rivoche y con dibujos e historias de Xaime, Gilbert y Mario Hernández. La historia principal, ilustrada por Xaime, es de una belleza estética tan sobresaliente, que resulta un crimen sea tan poco conocida. Durante la década de los 80, entre estos números y unos subsecuentes ilustrados por Seth (el mismo de Palookaville), la historia de Mister X llegó a los 15 números. Tras la salida de Motter de Vortex, el sello canadiense que publicaba el título, se llevó a cabo una segunda etapa escrita por Jeffrey Morgan, e ilustrada por Shane Oakley y D’Israeli.

Bajo el nombre de The Brides of Mister X, Dark Horse recientemente publicó una recopilación con toda esa segunda etapa (hace poco más de un año publicó el Mister X: The Archives, que recoge los clásicos escritos por Motter) en poco más de 300 páginas.

De importancia radical en la trascendencia de Mister X fue la calidad en los dibujos y sus colores; a través de estos elementos se proponía una ciudad un tanto laberíntica en medio del Art Deco y el Bauhaus, en medio del pasado y el futuro. La locura que componía una ciudad en llamas mentales y literales subraya el vértigo en la segunda etapa, pues ahí el arte se reprodujo únicamente en blanco y negro, y los trazos esquizoides de Oakley y D’Israeli, entonces, sugirieron mayor insanidad.

El desconocido Morgan, ahora me entero gracias a un texto incluído en The Brides of Mister X, en los años 70 fue colega de Motter, con quien inclusive grabó un disco de ambient electronico, y poco después fue editor de la revista Cream, una trascendente publicación de rock durante los 70 y 80. Es así que la escritura de los 12 números que componen la segunda etapa de Mister X resultan en una anomalía en la carrera de Morgan, aunque una anomalía muy lograda.

Prácticamente los tres arcos narrativos escritos por Morgan: The Brides of Mister X (dibujado por Oakley), Limbo y Dedicated User (ambos ilustrados por D’Israeli) son un acercamiento al abismo: Primero, Mister X es contratado en un supuesto intento por rescatar a Radiant City, siendo tan sólo presa de un plan que deja peor parada a la ciudad junto a su arquitecto; segundo: Mister X es protagonista de un viaje por el subconsciente que le permite entender el trago amargo conocido por vida que vive; y tres: Mister X reaparece tan sólo para caer en un estado de sueño perpetuo, provocando que más de una de sus novias lo busque y, dejando claro, que casi nadie sabe quién es en realidad Mister X.

Mister X fue algo peculiar en su momento, y actualmente lo sigue siendo. Fue un proyecto que mostró el debate artístico y existencial que Motter constantemente protagonizaba en su mente, y a partir de su profesión como diseñador gráfico, ilustrador y narrador. El cómic, como un todo que en su centro guarda una idea motora de diseño en varios aspectos, permitió así que Mister X se convirtiera en una obra que abriera debate sobre los alcances del mismo medio, y que hoy día esta obra continúe siendo recordada en gran medida por profesionales del medio.

El mismo Mark Waid (en la introducción que abre The Brides of Mister X) se aventura a decir que Motter logró más en la idea de diseño dentro de un cómic, que lo que Eisner o Steranko hicieron en su obra… me parece que Waid exagera un poco; pero aunque consideró que lo logrado por los dos maestros mencionado es más fundacional que lo logrado por Motter, sí creo que es igual de trascendente.

Finalmente, Mister X permanece como una narrativa que continúa despertando interés e ideas, como la misma Somnópolis continúa develando misterios para su creador.